Con Skyscraper, Dwayne “The Rock” Johnson entrega otra propuesta entretenida en la vena de aquellas que lo han convertido en una sólida y confiable estrella de cine.

Con el tiempo se adquiere perspectiva. Hace 5 años, esta crítica del filme de acción, Skyscraper, había descartado el esfuerzo de Dwayne Johnson y su amigo Rawson Marshall Thurber (Central Intelligence) como nada más que una copia de otros y mejor ejecutados filmes de acción. Sin embargo, elegir este camino habría implicado ignorar algunos de los más importantes aciertos de esta entretenida propuesta de acción, y algunos de los más grandes en la carrera del luchador de la WWE convertido en rentable actor de Hollywood. Johnson, a través de los años, también ha adquirido perspectiva, y su nueva visión de carrera ha quedado plasmada en sus más recientes proyectos.

Desde su rol en la franquicia de Fast and Furious, la secuela de Jumanji y ahora Skyscraper, el actor samoano ha insistido en el juego en equipo, pero nunca descuidando su imagen de protagonista o héroe. El éxito de Jumanji tuvo tanto que ver con su aportación como la del resto del elenco principal, y lo mismo se puede decir de las películas de Fast and Furious desde su génesis hace casi dos décadas. Con Skyscraper, el también productor aplica la fórmula frente a cámaras con un elenco diverso, y detrás de cámaras, al ser esta una coproducción entre los Estados Unidos y China.

La inclusión de talento extranjero, en esta caso oriental, ha probado ser un atractivo para audiencias en el imperio del medio, y esta no debe ser la excepción. Combinadas con una respetable ejecución en el guión, la dirección, las actuaciones y otros de los aspectos más importantes del cine, estas nuevas sensibilidades del protagonista/productor resultan en una sólida propuesta que cumple con su propósito.

Durante los primeros minutos de la película, el guion de Marshall Thurber establece a Will Sawyer (Johnson) como un protagonista vulnerable, característica que hasta ahora no había descrito los pasados personajes del reconocido actor. Trabajando para el FBI en la división de rescate de rehenes, el veterano es presentado con una importante decisión que cambia su vida para siempre. Con el recuerdo de ese día vivo en su memoria y una prótesis de pierna para recordarle en todo momento, Will ahora se dedica a la seguridad de rascacielos, trabajo que lo lleva al más alto de todos, localizado en China. Cuando el supuesto seguro edificio queda envuelto en llamas con su familia adentro, el protagonista debe buscar la manera de volver a entrar, cruzar la línea del fuego y rescatar a su esposa y dos hijos.

 

La premisa grita The Towering Inferno con rastros de Die Hard y otros clásicos del cine similares, pero la propuesta de Marshall Thurber encuentra su propia identidad temprano, dejando poco espacio para dichas comparaciones. Aunque Will Sawyer claramente adopta algunas de las cualidades de John McClane, Johnson conscientemente acentúa las que lo diferencian de otros héroes y añaden una capa de fragilidad en el héroe principal que es necesaria para promover la participación de la audiencia en un filme en el que mucha distancia entre los protagonistas y el público podría ser mortal.

Aunque Johnson es indiscutiblemente la estrella de Skyscraper, su enorme figura e intimidante presencia nunca opacan al elenco secundario, liderado por una Neve Campbell (Scream) más que lista para su regreso triunfal. Más que la esposa del protagonista o la doncella en aprietos, Sarah demuestra ser tan capaz como su marido. Mientras él salta de una grúa para re-acceder al edificio en llamas, ella enfrenta a los criminales responsables para salvar a sus hijos. Temprano en la película es revelado que Sarah fue una de las enfermeras que cuidó de Will tras su accidente, proveyendo una capa extra a su relación. Pablo Schreiber también deja una buena impresión en un combate mano a mano en el primer acto de la película, pero son Campbell y Johnson quienes eventualmente trascienden los clichés que plagan el filme de acción, acogiendo todas y cada una de las improbabilidades que vienen con ellos.

Con un filme de este tipo viene la necesidad de ser autoconsciente o “self aware”, cualidad que Dwayne Johnson ha mostrado desde sus comienzos pero que perfeccionó a su llegada a la familia de Dominic Toretto. En este punto en su carrera, Johnson se ha convertido en un experto en caminar esa línea entre el drama ligero y lo melodramático y empalagoso. Este dominio es lo que hace posible y hasta creíble el famoso salto de la grúa en que se ha centrado la publicidad de la película, y una secuencia al final que en manos de otro dúo actor/director habría rayado en lo risible. Se trata del tipo de acercamiento al material que ha propulsado al éxito otras franquicias de acción que también coquetean con lo descabellado, siempre conscientes de lo que son y siempre enfocadas en cumplir con entretener: la meta -sencilla y alcanzable- de todo filme veraniego.

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