Antes de que apareciera el conde Drácula.

¿Qué es el vampirismo?

La definición del diccionario de la Real Academia dice: «conducta de la persona que actúa como un vampiro».

Podríamos pensar que eso significa resucitar de entre los muertos para merodear por la noche envuelto en una voluminosa capa negra y usar largos y afilados dientes caninos para morder el cuello de víctimas y chuparles la sangre.

Pero los vampiros modernos tienden a encontrarse en libros, películas o series de televisión, más que en los cementerios.

Sin embargo, cuando el término surgió por primera vez, las cosas eran muy diferentes.

La palabra

Los vampiros aparecieron a principios del siglo XVIII en las fronteras de Austria-Hungría.

Aunque desde la noche de los tiempos en casi todas las culturas había deidades, brujas, fantasmas o alguno de una gama de demonios que chupaban sangre humana, varias fuentes afirman que no fue sino hasta 1725 que la palabra «vampiro» apareció escrita por primera vez en un informe de un oficial médico del ejército del Sacro Imperio Romano Germánico.

El príncipe Eugene de Savoy

El príncipe Eugene de Savoy (1663-1736) es considerado el general más importante de su era. Sus victorias sobre los turcos en Mohac (1687), Zenta (1697) y Belgrado (1717), que marcó el final de la conquista turca en Europa.

Tras la victoria contra el Imperio Otomano en Petrovaradin (1716) y la captura de Belgrado (1717), que forzaron la firma del Tratado de Passarowitz, Austria se quedó con grandes extensiones de Serbia.

Y al llegar a las tierras de los pueblos eslavos, los austríacos se encontraron con informes sobre esas extrañas criaturas, que nunca antes habían oído nombrar.

El informe

En el transcurso de ocho días en ese año en un pueblo llamado Kisilova, nueve personas habían muerto de enfermedades repentinas luego de asegurar que un hombre llamado Petar Blagojević les había visitado de noche, mordido y chupado la sangre.

El problema era que Blagojević ya estaba muerto y había sido enterrado hacía 10 semanas.

Los aldeanos pidieron permiso para exhumar su cuerpo y, como nueva autoridad del lugar, el intendente imperial austríaco Frombold estuvo presente.

Vampiro con estaca

Una de las costumbres para matarlos era clavarles una estaca y luego quemarlos.

En el informe que envió a Viena -aquel en el que escribió la palabra «vampiro»-, describió lo que vio.

«La cara, las manos y los pies, y todo el cuerpo estaban tan bien constituidos, que no podrían haber estado más completos en su vida. Con asombro, vi un poco de sangre fresca en su boca, que -según la observación común- había chupado de las personas asesinadas por él… con lo cual, al ser perforado, mucha sangre, completamente fresca, fluyó también de sus oídos y su boca, y tuvieron lugar otros que signos no describo por respeto«.

Como era costumbre en la región, le clavaron una estaca en el corazón y cremaron el cuerpo.

Toda una epidemia

Un periódico en Viena publicó la noticia, y el fenómeno se extendió.

En unos pocos años, el vampirismo parecía haberse convertido en una epidemia en Europa del Este.

Grupo de hombres matando a un muerto en el cementerio

Cada vez había más casos y muchos pensaban que el gobierno tenía que tomar cartas en el asunto.

El emperador envió equipos de cirujanos militares para investigar y realizar autopsias, y esos expertos descubrieron que los casos eran notablemente consistentes.

Investigadores médicos publicaron decenas de artículos y libros sobre el tema.

El vampirismo se convirtió en una condición reconocida, atestiguada por un gran número de testigos, que tenía signos y síntomas característicos, como cadáveres con sangre fresca corriendo por sus venas y en sus vísceras; sangre alrededor de la boca, «por haberse alimentado», tez rosa, cuerpos regordetes, etc.

Tema candente

Irónicamente, esta época que vio el nacimiento del vampiro occidental es la conocida como la Era de la Razón y la Ilustración.

En ese siglo XVIII, denominado Siglo de las Luces por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón, los vampiros eran un tema candente de debate en Europa.

Los teólogos participaron, argumentando que los vampiros eran seres físicos que demostraban la existencia de una vida futura.

Los filósofos, por su parte, se preocupaban porque la evidencia generalizada que apoyaba la existencia de vampiros ponía en duda el valor del testimonio y la verificación de testigos oculares.

Voltaire

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Hasta el filósofo francés Voltaire tuvo algo que decir sobre el tema, cuando en 1764, preguntó:

«¡Qué! ¿Es en nuestro siglo XVIII que existen vampiros?

«Son cadáveres que salen de sus tumbas por la noche para chupar la sangre de los vivos, ya sea en sus gargantas o estómagos, después de lo cual retornan a sus cementerios.

«Mientras las víctimas palidecen y se consumen, los cadáveres que succionaron su sangre engordan, se ponen rosados y disfrutan de un excelente apetito.

«Es en Polonia, Hungría, Silesia, Moravia, Austria, y Lorraine que los muertos la pasan tan bien.

«Nunca hemos escuchado una palabra de vampiros en Londres, ni siquiera en París.

«Confieso que en ambas ciudades lo que hay son corredores de bolsa y hombres de negocios, que le chupan la sangre del personas a plena luz del día; pero, aunque corrompidos, no están muertos. Estos verdaderos vampiros no viven en cementerios, sino en palacios«.

¿Qué estaba pasando?

Pero, ¿cómo se explican estas epidemias de una enfermedad mortal que no existe?

Algunos investigadores atribuyen el fenómeno a traumas masivos y engaños, otros a la dieta o al uso accidental de drogas que causan alucinaciones, y algunos a enfermedades altamente contagiosas.

Otras teorías se refieren a químicos inusuales en la tierra que afectaban la descomposición.

De hecho, la causa de algunas de las características descritas por los médicos forenses de la época podría ser precisamente la descomposición.

Novela victoriana sobre vampiros

Después de la epidemia, vino la literatura.

Recordemos que en el pasado no era usual observar el proceso de putrefacción de los cuerpos pues eran fuente de contagio.

Hoy sabemos que, el rigor mortis pasa, por eso la flexibilidad de muchos supuestos vampiros sorprendía a quienes los desenterraban.

En algunos cadáveres, la sangre se coagula pero se licua nuevamente. Los gases en el abdomen aumentan la presión a medida que avanza la putrefacción, forzando los pulmones hacia arriba y, a veces, expulsando el tejido en descomposición de la boca y las fosas nasales.

La hinchazón de los gases bacterianos post mortem explica que los cuerpos se vean regordetes y saludables, y también el «gemido audible» que algunos muertos dejaban escapar cuando le enterraban las estacas en el corazón o estómago.

El vampiro aristócrata

Drácula

Al final, Bram Stoker nos dio a Drácula, un vampiro más sofisticado.

Un siglo más tarde, un médico inglés llamado John Polidori escribió la primera novela de vampiros en inglés. Hizo del vampiro un aristócrata, y allanó el camino para la novela clásica de Bram Stoker, «Drácula», publicada 78 años después.

Es a Polidori y Stoker, y a docenas de cuentos de vampiros victorianos, a los que debemos la criatura elegante que hoy en día nos es tan familiar.

Pero no olvides que el vampirismo fue investigado primero por médicos, políticos y filósofos.

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