El profesor Barry Marshall, ganador de un premio Nobel, se propuso ‘traducir’ los ruidos intestinales en diagnósticos médicos mediante el uso de micrófonos hipersensibles.

Prototipo para escuchar intestinos.

Y el equipo de científicos con los que trabaja en la Universidad de Australia Occidental asegura que es posible pronosticar con una precisión del 87% si alguien tiene el síndrome del colon irritable simplemente escuchando sus entrañas.

Su objetivo es encontrar una forma más barata, más rápida y no invasiva de diagnosticar este trastorno.

El síndrome del colon irritable es una afección común- y con frecuencia de por vida- relacionada con los intestinos.

Se estima que afecta al menos al 10% de la población mundial. El sur de Asia parece contar con las tasas más bajas (7%), y América del Sur con las más altas (21%).

Los síntomas pueden incluir dolor, hinchazón y alteraciones en los hábitos intestinales, como estreñimiento o diarrea.

Mujer con intestino dibujado.

A pesar de ser una enfermedad relativamente común, se la conoce como un «trastorno funcional«. Esto significa que no presenta anomalías estructurales o bioquímicas que puedan detectarse mediante pruebas de diagnóstico comunes.

Por lo tanto, actualmente se diagnostica por eliminación: tras descartar otros problemas gastrointestinales más graves (como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa), lo que queda se diagnostica como síndrome de colon irritable. Y eso es contra lo que realmente lucha Marshall.

«A los pacientes con el síndrome se les hacen pruebas por valor de 10.000 dólares», dice Marshall.

«Se les hacen colonoscopias, endoscopias, ecografías, cultivos de heces, se les toman imágenes por resonancia magnética… El colon irritable es bastante común especialmente entre los niños, y con frecuencia les desaparece cuando crecen. Probablemente se debe a un virus o a los ganglios linfáticos, pero no se pueden hacer investigaciones invasivas en niños».

¿Cómo funciona la nueva prueba?

El nuevo método se basa en los sonidos que hace la barriga.

«Los sonidos los genera el intestino a medida que el contenido se mueve a través de él, especialmente el gas cuando se mueve a través de las válvulas», explica la doctora Mary Webberley, líder del proyecto.

Mujer tumbada en un sofá con dolor abdominal.

El síndrome del colon irritable es un trastorno que afecta a al menos 800 millones de personas en todo el mundo.

«El síndrome afecta a la cantidad de gas y agua presentes en el intestino y a la tasa de motilidad (la tasa de contracción muscular), por lo que intuimos que los sonidos cambiarían en los intestinos afectados por el trastorno».

A Marshall se le ocurrió la idea se le ocurrió tras oír a un colega del departamento de ingeniería de su universidad hablando sobre unos dispositivos electrónicos, los micrófonos supersensibles, tan buenos que podían captar el sonido de las termitas debajo de las casas.

El equipo de Noisy Guts («intestinos ruidosos»), como se les conoce, insertó cuatro de estos micrófonos en un cinturón y se dispuso a registrar el estómago de las personas.

Los voluntarios, algunos con una salud intestinal envidiable y otros con un historial de irritabilidad, registraron horas de material, que luego se introdujo en una computadora y se clasificó de acuerdo con sus características.

Había sonidos de tonos altos y bajos, ráfagas cortas y largos retumbos, ruidos frecuentes e infrecuentes, y todos provenían de diferentes áreas del intestino.

El resultado es una muestra de datos lo suficientemente grande como para que los investigadores puedan detectar patrones y comenzar a predecir diagnósticos.

Previsiones de futuro

Barry Marshall de visita en China.

Barry Marshall, ganador de un premio Nobel, se propuso ‘traducir’ los ruidos intestinales en diagnósticos médicos mediante el uso de micrófonos hipersensibles.

«Los resultados de nuestro estudio preliminar fueron excelentes, con un 87% de precisión», explica Webberley.

Y añade: «En esencia, estamos desarrollando un cinturón que pueda tanto diagnosticar como monitorear los trastornos intestinales. Ayudará a los médicos a diagnosticar el síndrome del colon irritable sin necesidad de pruebas invasivas y permitirá a los pacientes monitorear los síntomas para determinar qué dietas y tratamientos les funcionan mejor».

El plan incluye algo aún más ambicioso: arrojar algo de luz sobre las causas reales de este síndrome.

«Podríamos definir que hay tres o cuatro tipos de síndrome», dice Marshall. «Por lo tanto, podría tratarse de alergias e intolerancias a los alimentos o de microbiomas [microoraganismos] o trastornos digestivos en el colon. Con suerte, también podría ayudar a hacer antes los diagnósticos más delicados».

La doctora Megan Rossi, investigadora del King’s College de Londres y fundadora de The Gut Health Clinic, un centro de salud digestiva, cree que es necesario realizar más investigaciones en esta área.

«Me cuesta creer que el ruido pueda ser la única herramienta de diagnóstico. Más bien creo que es una pieza más del rompecabezas para diagnosticar el síndrome cuando se analiza junto con otras evaluaciones. Nuestro grupo de investigación en el King’s College, junto con la Universidad de Liverpool, también busca nuevas formas para diagnosticarlo, incluyendo el uso de muestras de heces», concluye.

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